Hoy no sólo los famosos han perdido la vida privada; políticos, artistas, deportistas y mortales comunes, como usted y yo, exponemos a diario nuestra privacidad gracias a las redes sociales y a los “motores de búsqueda”. Unos divulgan su vida privada por vanidad, otros por conveniencia y otros sin saberlo.
Sobre los primeros no hay nada que decir, salvo desearles suerte, pero sobre los otros es importante considerar los riesgos. Estas semanas ha sido noticia a nivel mundial el video de la Primera Ministra de Finlandia, Sanna Marin bailando y divirtiéndose con amigos que le generó una fuerte crisis política y de reputación, alguno de los asistentes a la fiesta subió el video a internet, con o sin conciencia de las consecuencias.
Como en toda crisis de reputación bien manejada se diseñó un plan de contingencia que parece haber funcionado y ha desactivado la ola de opinión negativa levantada que buscaba sancionarla y destituirla.
El mensaje de réplica giró alrededor de estos temas: Es una mujer joven con derecho a divertirse (36 años). Lo hizo en su tiempo de ocio. Los críticos son machistas. Su manejo del gobierno es acertado. Trabaja duro, juega duro.
Ella ha dado la cara públicamente, ha pedido disculpas y ha explicado, con lágrimas en sus ojos, que su función la cumple a plenitud y que tiene derecho a la felicidad, además de someterse a un test de drogas que dio negativo. La campaña desarrolló un hashtag “#SolidaritywithSanna” que ha sido utilizado por muchas mujeres finlandesas y de otros países para subir videos de ellas bailando, incluyendo lideresas políticas como Hilary Clinton.
Es probable que sus opositores no hayan considerado un escenario con ese nivel de respuesta y como suele suceder en casos así el tema perdió interés, dejó de ser trending topic y aparentemente todo ha vuelto a la normalidad.
No conocemos aún qué nivel de afectación ha tenido su imagen, en su país las opiniones se polarizaron. Lo que es indiscutible es que, guste o no, el rasero para evaluar el comportamiento masculino es muy diferente al femenino, más aún cuando se trata de políticos activos y mandatarios en funciones.
Este es un caso típico de una crisis de reputación iniciado en las redes y replicado por otros medios. Muchas veces las crisis sólo ocurren en las redes y no llegan a los medios tradicionales pero eso no implica que no sean graves y no generen mayores efectos, las audiencias de las redes son masivas. Si el futuro político de Sanna Marin ha sido afectado sólo lo sabremos más adelante.
Este evento deja algunas reflexiones y aprendizajes, válidos tanto para personas como empresas.
1. Las crisis deben ser enfrentadas, no desaparecen solas.
2. Es necesario tener un sistema de monitoreo de medios digitales y tradicionales.
3. Importante un Plan de Manejo de Crisis que contemple todos los escenarios posibles.
4. Si hay que pedir disculpas se las pide.
5. Hay que medir las percepciones de los grupos de interés para conocer el tamaño de la afectación.
6. Asumir un rol activo en la comunicación; hay que liderar la agenda.
7. Realizar campaña de control de daños y reconstrucción de imagen.
8. No hacer ni en público ni en privado cosas que no queremos que se sepan o que nos puedan avergonzar.
Vivimos entre paredes de cristal y las redes nos observan
Horacio Chavarría P.
Presidente Ejecutivo Alterno y Gerente General de OI Comunicaciones, asociada a Fleishman-Hillard.
Experto en Consultoría Estratégica, Manejo de Crisis, Relaciones con la Prensa, Media Training, Comunicaciones internas y soporte a Marketing.
Director Ejecutivo y Docente de ITSU; Instituto Técnológico de Arte y Comunicación.
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