El mundial de fútbol que se inicia el próximo 20 de Noviembre sin duda está marcado por la polémica desde que fue anunciada su sede, Qatar, en 2010. Este mundial es inédito por varias razones, desde que se jugará hacia fines de año ( no a mediados de años cómo ha sido tradicional) debido a la temperatura del país que en esos días será “fresca”, puede alcanzar sin problema los 30 grados centígrados, lo que ha forzado a ese rico emirato a construir estadios climatizados, también a las fuertes sospechas de que varios de los dirigentes de la FIFA recibieron millonarios sobornos para inclinar la decisión hacia esa sede y no seleccionar otras que estaban postuladas, lo cierto es que varios dignatarios de organismos que rigen el fútbol alrededor del mundo terminaron enjuiciados y en prisión por varias causas en el tristemente denominado FIFAGATE.
La preparación, mejor dicho la construcción de los estadios en que se jugará el mundial, es una nueva fuente de polémica, lo que originalmente se presentó cómo joyas arquitectónicas y tecnológicas ahora son reconocidas cómo monumentos al abuso de los derechos humanos de los obreros que se contrataron para levantarlos.
Qatar es un país con alrededor de 2.8 millones de habitantes, que da trabajo a aproximadamente 1.7 millones de trabajadores extranjeros, en su mayoría obreros, lo cual equivale a casi el 90% de su fuerza laboral. Según Amnesty International y Human Rights Watch se estima que alrededor de 30.000 obreros, que han construido estadios, hoteles, aeropuerto, metro etc., originales de Bangladesh, India, Pakistán, Nepal, Sri Lanka, habrían sufrido abusos al ser mantenidos en campamentos que más se asemejan a prisiones, recortes en sus salarios, retención de pasaportes y que un número no menor a 6.500 de ellos habrían fallecido dadas las terribles condiciones de trabajo impuestas. Oficialmente el país reconoce solamente 37.
Esto ha llevado a una serie de protestas como la de la plataforma de periodismo de investigación Blankspot y su agencia de comunicaciones Formsam & Bodenfors que han creado una campaña denominada “Cards of Qatar” que siguiendo el formato de los tan populares álbumes de cromos de las selecciones participantes, muestra el rostro y la trágica historia de los obreros fallecidos y sus familias.
El álbum completo está siendo enviado a jugadores famosos y líderes de opinión para que lo compartan en sus redes.
Una vez más las marcas sponsors enfrentan el dilema entre el “ser” y el “deber ser”. No hay duda que el fútbol es el deporte más popular del planeta y las audiencias que genera para los medios son la razón de contar con auspiciantes de la talla de Coca-Cola, Adidas, Hyundai, Visa y otras tantas, que encuentran oportuna la ocasión para empatizar con los fanáticos que viven, disfrutan y sufren con los resultados de cada partido.
No cualquier marca tiene el presupuesto y la estatura para ser auspiciante oficial de la FIFA y su principal evento. Y, si hasta esta fecha no han hecho escuchar su poderosa voz sobre estas denuncias se puede predecir que simplemente, mirarán hacia otro lado en este caso, lo absurdo es que probablemente esas marcas se hayan adherido a alguno de los ODS, que hagan campañas sobre inclusión, respeto a la naturaleza o modifiquen sus logos en el mes del orgullo gay. Hoy demuestran con su silencio que los derechos humanos no son trendy en el mundo de las comunicaciones corporativas.
Sin embargo hay marcas que sí han levantado su voz cómo el ING Bank, sponsor de la selección holandesa o el GLS Group de la selección belga, que han declarado que no aceptarán las entradas que les corresponden, ni se involucrarán en ningún tipo de promoción sobre el mundial porque “es inapropiado, dada la discusión sobre la situación de los derechos humanos en el entorno y las infraestructuras del torneo”. La marca deportiva Hummel, auspiciante de la selección de Dinamarca ha tomado la decisión de ocultar su logo en la camiseta del equipo danés por las mismas razones: “No deseamos ser visibles durante un torneo que ha costado la vida a miles de personas”.
Es sorprendente cómo en esta época, las marcas y personas que buscan ser políticamente correctas y manejan discursos que los acerquen a las causas que afectan a la sociedad civil, se mantienen impávidas esperando que las emociones intensas que surgen en torno al deporte, ahoguen el maltrato y las protestas. Sin duda este mundial es un reto gigante para organizadores y auspiciantes, el desarrollo actual de las redes sociales y la comunicación en tiempo real no tienen parangón con lo que existía hace cuatro años, no debería sorprendernos si todo lo que veremos desde Qatar no sólo sean sólo goles.
Horacio Chavarría P.
Presidente Ejecutivo Alterno y Gerente General de OI Comunicaciones, asociada a Fleishman-Hillard.
Experto en Consultoría Estratégica, Manejo de Crisis, Relaciones con la Prensa, Media Training, Comunicaciones internas y soporte a Marketing.
Director Ejecutivo y Docente de ITSU; Instituto Tecnológico de Arte y Comunicación.
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