Mañana elegiremos presidente y durante las últimas semanas mucho se ha debatido sobre la estrategia de los candidatos para ganar votos que los lleven a Carondelet. De lo que no se habla es de la estrategia de nosotros los electores para seleccionar a quién dar nuestro voto y entregarle nuestra confianza para que resuelva los enormes problemas del país, o que al menos inicie el proceso de hacerlo.
Si aún no ha tomado una decisión final y responsable o no está del todo seguro sobre por quién votar, le sugerimos responder un breve cuestionario:
¿A cuál de los candidatos le entregaría sus ahorros para que los cuide?
¿A cuál le encargaría la educación de sus hijos?
¿A cuál le pediría que administre los fondos de su jubilación?
¿A cuál le pediría que proteja a su familia cuando salen de casa?
¿Cuál de ellos le dará los servicios de salud que requiere?
¿Cuál generará el empleo que usted o sus hijos ansían?
Estas respuestas le permitirán determinar con un poco más de claridad su elección, pero aún falta un poco más para estar seguros de votar por la persona correcta.
¿Conoce realmente lo que ofrecen para resolver sus problemas?
¿Conoce sus propuestas por lo que dicen en las redes sociales o ha visitado la página web de ambos y revisado su plan de gobierno?
El proceso de selección, de un candidato tiene similitudes y diferencias con el que realizamos antes de adquirir un bien, en ocasiones toma segundos frente a la percha de un supermercado, ya que no hay una gran inversión de dinero entre una marca de detergente y otra y en el peor de los casos si no nos gusta, la próxima ocasión se adquiere otra marca, cuando se va a adquirir un automóvil o una vivienda, el proceso es más largo y racional, se pesan pros y contras con detenimiento, ya que una vez hecha la compra esta nos acompañará mucho tiempo.
La responsabilidad del elector es mayor que la de los candidatos, al que pierde no le pasa nada y el que gana tiene la opción de cumplir sus promesas o encontrar excusas para evadirlas. Por eso es importante votar de manera reflexiva y no emotiva.
Está demostrado, que nuestro cerebro, nos hace tomar decisiones basado en emociones y en sentimientos, la reflexión es posterior y nos sirve para justificar lo que hicimos. Ahí recién vienen las auto-afirmaciones o el arrepentimiento.
Al votar hay muchas emociones involucradas pero no nos deberíamos dar el lujo de hacerlo basado en superficialidades como la apariencia física, la simpatía que irradian, no digamos de lo bien o mal que bailan en la tarima, de su comida favorita o de la música que les agrada, debemos hacer el esfuerzo de meditar y ser críticos.
Vamos a elegir a quién enfrentará a la delincuencia organizada, a quién dará las pautas para que los empresarios inviertan sus capitales con confianza y generen los puestos de trabajo que tanta falta hacen, esos son hoy los principales problemas del país.
Los candidatos tienen una estrategia clara para convencernos y la han venido ejecutando desde hace meses, es responsabilidad nuestra tener una estrategia que nos haga elegir correctamente a quién conducirá el país, no es una marca de café que vamos a comprar por primera vez, ni el color del auto que queremos comprar, es entregarle a alguien nuestro futuro.
Quien gane gobernará por un periodo relativamente corto, pero es innegable que, lo que haga o deje de hacer, tendrá un peso gigantesco en el futuro inmediato del país y de todos nosotros.
Mañana los votantes nos haremos escuchar y no podemos actuar basados en lo que sentimos a flor de piel. Ambos candidatos quieren que lo hagamos de esa manera. Es responsabilidad nuestra elegir de manera consciente e informada, por difícil que parezca, esa debe ser nuestra estrategia.
(Publicado previamente en Expreso )
Horacio Chavarría P.
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