Este grupo ya representa el 22% de los consumidores globales y se espera que para el 2028 lleguen a ser el 27%. Se caracteriza por comprar de manera consistente productos que no usan envases plásticos, buscan ingredientes naturales, prefieren productos frescos y evitan la carne.
En Latinoamérica hay datos que resaltan, el 75% de los consumidores consideran que sus decisiones de consumo son de gran impacto en el ambiente, en otras palabras somos conscientes de nuestra responsabilidad.
El número de “Eco-Activos” ha crecido en la región, del 18% al 22% en un año y representa un mercado de 46.2 billones de dólares. El número varía de país a país. En Argentina llegan a ser el 30%, en Chile el 25% y en Colombia el 22%. Donde menos se los encuentra es en nuestro país 8%, Brasil 7%, Perú 10%.
Las diferencias culturales y económicas inciden, pero el factor económico, que se tiende a creer es la barrera para acceder a productos que tengan menor impacto ambiental no es tan cierto como se presupone, ya que los “Eco-dismissers” han disminuido del 44% al 40% y su consumo no representa el mismo porcentaje de las ventas totales.
Es innegable que es más fácil ser “Eco-Activo” para quienes no tienen presiones económicas que aquellos que, aún queriéndolo, no pueden darse el lujo de ser ecológicamente responsables, Otro dato interesante del estudio es a quién se considera como responsable de que los productos-marcas sean respetuosos con el ambiente, las respuestas apuntan mayoritariamente a los gobiernos (regulaciones), a los fabricantes y a los comercios minoristas. Es interesante ver como el 50% de los entrevistados esperan que las empresas realicen algún tipo de compensación con el ambiente y que el 44% declara haber abandonado marcas por su impacto negativo en el planeta.
Las principales barreras que encuentra el consumidor Latinoamericano para adquirir productos sustentables son el precio, en un 60% y disponibilidad 55%.
No tenemos datos de hace 15 o 20 años para analizar qué tanto hemos cambiado, pero a simple vista se puede ver cambios en la conducta del consumidor ecuatoriano, no es extraño encontrar en los autoservicios personas que van con sus propias fundas o que participan en programas de reciclaje de envases, así como consumidores que leen etiquetas y no solo se fijan en los precios.
El esfuerzo, en este caso de ONG´s y empresas privadas, destaca la labor de educar al consumidor, rol que el estado no ha asumido. La contraparte es la gran cantidad de marcas y empresas que hacen “greenwashing” y opacan las acciones honestas de muchos fabricantes.
Está literalmente en nuestras manos, pues como consumidores, podemos elegir de las perchas, aquellas marcas que hacen esfuerzos por reducir su impacto y se relacionan de manera respetuosa con sus comunidades y compensan de manera significativa las huellas que deja su proceso de fabricación y distribución.
Los minoristas también podrían colaborar y ubicar en perchas especiales los productos eco-amigables o al menos hacerlos más visibles en la categoría en que compiten, deberían tener presente que hay muchos “billetes verdes” que ansían comprar “marcas verdes”.
Horacio Chavarría P.
Presidente Ejecutivo Alterno y Gerente General de OI Comunicaciones, asociada a Fleishman-Hillard.
Director Ejecutivo del ITSU. Instituto Tecnológico Superior Urdesa.
Experto en Consultoría Estratégica, Manejo de Crisis, Relaciones con la Prensa, Media Training, Comunicaciones internas y soporte a Marketing.
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