sábado, 12 de abril de 2025

ENTRE EL TEMOR Y LA ESPERANZA


Como ha ocurrido durante muchos años, una vez más los ecuatorianos votaremos dominados por estos dos sentimientos antagónicos. Y esto es clave: la decisión de por quién votar es eminentemente emocional, y por eso ambas campañas han apelado más al corazón que a la razón.

"Estrategia electoral" es, probablemente, uno de los términos más utilizados en los últimos meses en la prensa, las redes sociales y nuestras conversaciones cotidianas. La exorbitante cantidad de expertos —cada uno más agudo y actualizado que el otro— analiza y critica los errores y aciertos de los candidatos, pero pocos se preocupan por ayudar a los electores a tomar una decisión racional, para que luego no se arrepientan. Al final del día, la responsabilidad del resultado electoral no recae en los políticos, sino en los votantes. Esa responsabilidad es ineludible.

Mañana, los electores tomaremos la decisión de encargar la conducción del país a un individuo, y eso es algo muy serio. La elección debe ir más allá de lo irrelevante y banal que ambas campañas se han empeñado en promover.

Se presume que los resultados serán de “photo finish”, por el estrecho margen que, según las encuestas, separa a los candidatos. Eso debería movilizar a todos los que tienen derecho a voto, a ejercerlo y no resignarse a que otros decidan por ellos.

Entre los votos en disputa hay dos grupos grandes que, juntos, suman alrededor de dos millones de personas y su voto será definitorio: los menores de entre 16 y 18 años, y los mayores de 65. Suena lógico pensar que los primeros votarán con esperanza, y los segundos con algo de temor, y tienen razón para albergar esos sentimientos. Esa generación, en la que me incluyo, es responsable del estado actual del país. Votó mal y eligió —no a uno, sino a varios— que fallaron. El resultado: una economía que no crece desde hace más de una década y escasos avances en mejorar indices de empleo, seguridad, corrupción, salud, educación y desnutrición.

En cambio, los jóvenes —quienes heredarán el país— tienen la oportunidad de votar con la ilusión de mejores días y elegir un gobernante que lo encamine en la dirección correcta, mirando los errores cometidos por otros en el pasado.

Para decidir, es necesario ir más allá de la superficie de las campañas. No votemos por simpatía o antipatía. Todavía hay tiempo para revisar qué ofrece cada candidato y qué capacidad tiene para cumplirlo.

Los votantes debemos diseñar nuestra propia estrategia electoral. Hagamos un análisis FODA: fortalezas, oportunidades, debilidades y amenazas de cada opción. Y votemos por quien tenga la mayor capacidad de hacer lo correcto para nosotros. Hay que votar con una dosis saludable de egoísmo: elegir al que más nos convenga individualmente. Si a las personas les va bien, al país también.

Una pregunta que vale la pena hacerse y que puede ayudar a decidir mañana es esta: imaginemos que somos pasajeros en un avión que ha declarado una emergencia. ¿Cuál de los candidatos sería el piloto ideal?

Frente a la opción que tomemos, conviene romper el proceso común de toma de decisiones—siento, actúo, pienso— y aplicar el ideal, el lógico y racional: pienso, actúo, siento.

Cada error al votar nos aleja aún más del Ecuador posible, del Ecuador de oportunidades, del Ecuador de consensos mínimos, del Ecuador honesto, del Ecuador de gente próspera, sana y educada. No nos podemos dar el lujo de elegir nuevamente repitiendo los errores  del pasado. 

Mañana, al votar, recordemos las palabras de la poetisa Maya Angelou: “La esperanza y el temor no pueden ocupar el mismo espacio. Invite a uno a quedarse”. Yo votaré como los jóvenes: con esperanza, mirando hacia el futuro, mirando hacia adelante.


(Publicado previamente en Expreso)


Presidente Ejecutivo Alterno y Gerente General de OI Comunicaciones, asociada a Fleishman-Hillard.
Director Ejecutivo del ITSU. Instituto Tecnológico Superior Urdesa.

2 comentarios:

  1. Muy buen análisis de lo pasado en nuestro país,los últimos años.Elegir muy bien hoy,pensando en el futuro de nuestros hijos,nietos y las nuevas generaciones.Abrszos.Eduardo E.Santos

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  2. Gracias Eduardo, a nuestra generación le toca asumir sus propios errores y enmendar el desastre que originamos, no se puede perder la esperanza.

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